No se puede unir lo que no está separado. Pero si unir lo diferente. El puente de Triana lo consigue, porque si todo es Sevilla, hay algo diferente desde la Maestranza a Triana, con el Guadalquivir de fondo y que el puente de Triana une.
Hay dos Sevillas, la señorial y caballera, la de la Maestranza y los paseos por el Alcázar, y otras más terrenal y carnal, la de Triana y sus calles.
Ahora parece que siempre estuvo ahí, pero el Puente de Triana, El Puente de Isabel II, que así se llama, es uno de los casos más curiosos de puentes de Andalucía.
Siendo Sevilla una ciudad cuyo origen se pierde en el tiempo, llegándose a afirmar que se fundó por el mítico pueblo de los Tartessos y Triana ya habitada por los romanos, parece increíble que no tuviera un puente que uniera sus dos riberas, solo uno hecho de barcas amarradas entre sí y que fue sustituido en el siglo XIX por el puente de hierro más antiguo conservado en España, el puente de Triana.
Y es que antes fué imposible. Ni los romanos con sus magníficas construcciones, que construyeron en el mismo Guadalquivir en la ciudad de Córdoba uno de los más impresionantes y bellos puentes de Europa, totalmente utilizable hoy día, ni los árabes con su increíble dominio de la arquitectura, ni ya los cristianos aun en el siglo XVIII, consiguieron hacer un puente estable sobre el Guadalquivir, es mas no había ningún puente sólido desde Córdoba hasta Sanlúcar, lo que da idea de su complejidad.
Los primeros intentos más o menos viables fueron hechos por los árabes, que construyeron un puente uniendo barcas sobre el siglo XII, por el califa Abu Yacub Yusuf. Eran barcas amarradas sólidamente y sobre ellas fuertes tablas. El lugar era el mismo que el del actual puente con un fuerte en la parte de Triana y una puerta de la muralla en el lado de la ciudad.
Este puente es el que vemos en todos los grabados de época que existen, desde los que dibujan a Sevilla como el puerto de indias que fue, a los posteriores hasta casi el siglo XX.
Parece fantástico pero el puente de madera construido por los árabes fue trasladado un poco más abajo en el cauce del río cuando se empezó a construir el actual puente. Se llevo hasta la Maestranza mientras se construía el que ahora vemos, en el año 1845.
El puente actual es el más antiguo de España, pero el antiguo de barcas había sobrevivido 700 años a base de reparaciones y un esmerado mantenimiento.
Y no paran aquí las curiosidades de este puente. Cuando se decidió construir un puente, sobre la mitad del XIX, se hicieron proyectos y se presentaron ideas, y al final la que ganó era una copia de un puente ya realizado en Paris, sobre el Sena, el Puente Carrousel , coincidencias de la vida, ese puente ya no existe y el que vemos, construido 10 años después ha quedado como el digno testimonio de un método constructivo que se desarrollo gracias a las innovaciones en las técnicas del hierro.
Una gran idea en aquella época fue hacer que las piezas de fundición fueran construidas en Sevilla, lo que dio un espaldarazo a esta industria, que en Sevilla alcanzó una de los mayores niveles en Europa y que tan bellas construcciones, en forma de mercados, puentes o estructuras ha dejado por toda la región.
Se construyo con piedra y hierro, y parece que estaban un poco cansados de la madera porque la vetaron en la construcción.
Hoy en día está declarado Monumento Histórico Nacional, y lo que vemos es una magnífica restauración, ya que el puente sigue siendo totalmente operativo, con un gran transito además, pero no lo aguantan los arcos originales, que ya solo tienen la misión decorativa, sino una estructura interna.
Y aunque nuestro tema a tratar era el puente, justo en su extremo de Triana, hay una pequeña capilla que va indisolublemente unida a este y que junto a él forman un monumento conjunto, la Capilla del Carmen o “el mechero” como la llaman en Sevilla, y que fue construida por Aníbal González, constructor también de la Plaza España, el pabellón mudéjar también en Sevilla, además de otros maravillosos edificios por toda Andalucía.