Pensar lo que el noble Alí ben Ziyad Al-Qutí tuvo que penar es triste, pero que más de 500 años después nos acordemos de él hace que por los menos su esfuerzo no haya sido en balde.
Ver ahora como su descendiente, que durante todos estos años ha mantenido la herencia de su clan, explica su historia no tiene precio.
Cuando los laluyyi o arma, “los renegados”, como eran conocidos por los habitantes de la curva del Níger por haber tenido contacto con los infieles cristianos en Castilla, conquistaron los territorios cercanos a Tombuctú su ejército estaba formado mayoritariamente por expulsados de los antiguos reinos árabes de Andalucía, capitaneados por el almeriense Yuder Pacha que nació con el nombre de Diego de Guevara en Cuevas de Almanzora (Su impresionante historia merece un post aparte).
Este llevaba con él un ejército que mayoritariamente hablaba el castellano de más de 5.000 andalusíes, apoyados por magrebíes, otros 500 renegados europeos, 1.000 camelleros con 8.000 dromedarios y algunos cañones.

Había muchos andalusíes y había cristianos mercenarios, pero aunque ellos creían que eran de los primeros en llegar allí su sorpresa fue mayúscula al ver que otros andalusíes habían llegado mucho antes allí.
Un siglo antes Alí ben Ziyad Al-Qutí huyo de Al-Andalus en Mayo de 1468 y habría llegado a Tombuctu en pleno siglo XV llevando con él el mayor de sus tesoros, su biblioteca personal.
Cuando llegó y también aunque parezca extraño no fue recibido como un extranjero sino como un amigo y es que aunque parezca curioso en el siglo XV había una comunicación fluida entre los reinos, cultural y económica, por ejemplo la mezquita Djinguereiber, llamada “La grande”, la más antigua de la ciudad, fue construida en 1325 por Ishaq es-Saheli, un arquitecto granadino.

Y es que está familia siempre ha sabido que han sido depositarios de un tesoro iniciado por sus antepasados.
Ya en el siglo X, Ibn Al-Qutiya (El hijo de la Goda) había escrito el libro de la conquista de Al-Andalus. Más tarde Alcoatí (Suleiman ben Arit al-Qutí) había sido uno de los más famosos oftalmólogos de su tiempo escribiendo tratados adelantados a su tiempo en el siglo XII.

Y ya para acabar con una traca final se ha comprobado que toda la familia son descendientes de Sara la Goda, nieta de Witiza el último rey godo incontestado, que reinó entre 700 y 710, cuyo fallecimiento abrió la puerta al turbulento periodo que daría lugar a la islamización del Reino Visigodo de Toledo. Y de su propia familia.
Inimaginables son las peripecias que han tenido que pasar para que todo este legado haya llegado a nuestros días unido, y no podemos dejar de sorprendernos viendo como el Fondo Katí nos ofrecen una información valiosísima de nuestro pasado andalusí, y como su cultura se propago desde la península llegado a mas allá de las arenas del Sahara.

La familia Katí ha mantenido durante todos estos años, y no son pocos más de 500, en el más increíble secretismo y dándose cuenta en todo momento de su origen andalusí una de las más increíbles bibliotecas que se pueden disfrutar en el mundo, y que tocan todos los temas, desde la vida en ciudades como Córdoba en aquella época a la Medicina o las Matemáticas, pasando como no por la religión, que es la que se lleva la mayor parte de los documentos.

Pertenecientes en su mayoría a los siglos XV y XVI, sirven de nexo entre el pasado y el presente y nos muestran como una familia ha sabido conservar orgullosamente durante todos estos años algo que forma tan parte de ellá como sus genes. Su cultura y sus raíces.
Ahora el legado el último rey godo, del primer historiador árabe y del primer escritor africano descansan en Africa.
Es Tombuctu, pero es un trozo de Andalucía.
P.D.: Sí, lo sabemos. No es exactamente hacer turismo en Andalucía. Pero teniamos que contar que hay un pequeño trozo de Andalucía en en centro de África.
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* Como a Juan Ramón Jiménez, una licencia poética. Nos parece más bonito trozito que trocito.