La Mezquita de Córdoba. El Bosque de Columnas.

La Mezquita de Córdoba es uno de los monumentos más importantes de la arquitectura andalusí junto con la Alhambra de Granada.

Con 23.500 m2, fue la segunda mezquita más grande del mundo, por detrás de la Mezquita de la Meca, siendo sólo alcanzada posteriormente por la Mezquita Azul (Estambul, 1588).

Su importancia artística, ya desde su construcción, era conocida en todo el mundo. Posteriormente se le añadieron postizos en tiempos cristianos, especialmente en el siglo XVI, cuando se erigió el templo cristiano en estilo plateresco.

La edificación se prolongó once siglo
s, del siglo XIII al XIX. Por eso independientemente del hecho de que la Catedral fue construida en el interior de la Mezquita, se suceden diferentes estilos artísticos, es decir, la amalgama, la multiplicidad y, en cierto modo, el mestizaje.

En su época, la característica más llamativa de la Mezquita de Córdoba era su orientación.
Todas las mezquitas del mundo están orientadas hacia la Meca; ésta, en cambio, mira al sur.

La mezquita se fue construyendo por tramos rectangulares. El emir ABD al-Rahmán I ordenó la construcción del primer tramo.

Posteriores mandatarios llevaron a cabo sucesivas ampliaciones, hasta formar un edificio de 125 m de ancho por 175 m de largo.


Tras la conquista cristiana se construyo un primera capilla Mayor, que se consagró como Catedra, y en fecha más reciente se levanto, en medio de la edificación musulmana, la construcción catedralicia que hoy puede contemplarse.

La primera visión del interior del monumento resulta sobrecogedora: un mar inabarcable de columnas con dovelas de color royo y blanco y arcos de herradura de inspiración hispano-visigoda.
Dado que la profundidad de la Mezquita no permitía la llegada de la luz desde el patio, se construyeron cuatro lucernarios cubiertos con cúpula.

En el muro sur se sitúa el mihrab, pequeña capillita adosada al muro desde la que el imán dirigía la plegaría de los fieles.

Delante está la maqsura, cuyo espacio aparece acotado por el frente congráciles arcos de herradura entrecruzados, decorados con ataurique y entrelazados cor arcos poliobulados, en un increíble juego arquitectónico de absoluta belleza.

Sobre estos arcos se alzan tres de los lucernarios ya comentados, los cuales se cubren con preciosas cúpulas, siendo la central la más ricamente decorada.

Todo el conjunto presenta ornamentación vegetal, en su tiempo pintada en rojo y azul, y mosaicos realizados por artistas bizantinos enviados desde Constantinopla por el emperador Nicéforo Focas, quien, al efecto, reagaló además 320 quintales de teselas de pasta vítrea en diversos colores.

Esta es, sin duda, la zona de mayor riqueza decorativa de toda la Mezquita, cuya culminación se alcanza en el mihrab. Como en la maqsura, la decoración utiliza mosaico bizantino en oro y azul junto con atauriques tallados en mármol y se completa con inscripciones cúficas doradas que hacen referencia a la construcción.

Con Muhammad Ibn Abi amir ()44-1002), Almanzor, el califato de Córdoba llegó a su culminación.
La ciudad había crecido extraordinariamente y la Mezquita había vuelto a quedarse pequeña.
Almanzor dispuso una prolongación de la anchura en toda su lontitud por el lado este. Se añadieron ocho nuevas naves de columnas, con lo que el edificio casi dobló sus dimensiones, llegando a las diecinueve naves que ofrece en la actualidad.

Cierto es que ni las columnas tienen ya la fuerza de las preexistentes, ni los capiteles son tan perfectos ni tan hermosos, o que la alternancia de colores de los arcos de herradura ya no se consigue con el empleo del ladrillo y de la piedra, sino con la pintura. 

Pero basta echar una mirada al fondo del horizonte interior para descubrir la belleza de este nuevo rectángulo que completa este maravilloso edificio  declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad y uno de los lugares turísticos más visitados de España.


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